Esto no es de ahora, es de siempre. A lo largo de la vida conoces a muchas personas, algunas que sean buenas, otras no tanto, algunas que quieren ayudarte, otras que no, algunas que quieran llegar a adentrarse en tu corazón y otras que tan solo con utilizarte les basta. Pero sin duda, todas estas personas tienen el defecto de juzgar sin conocer, de dar una oportunidad a alguien sin saber de lo que es capaz de hacer, de no dejar intentar algo por no creer en el resto. Es lógico que lo primero que nos condiciona de una persona es lo que ''entra por los ojos'', es decir su físico. Pero una persona vale mucho más que una simple imagen.
Muchas personas intentan modificar su aspecto, su forma de ser, su personalidad por el mero hecho de conseguir integrarse en un grupo o simplemente por evitar ciertas críticas, pero en el fondo por mucho que uno se disfrace, no puede evitar ser uno mismo, esa es la esencia.
Las personas tenemos derecho a equivocarnos, a poder intentarlo, a tener segundas oportunidades y sobre todo a seguir luchando por aquello que queremos, y por ello, los prejuicios una vez más son opiniones, críticas, unas simples palabras que muchas veces llegan de alguien que tan siquiera te conoce realmente.
Es gracioso que esas mismas personas que te critican e intentan hacerte sentir que no vales nada son las menos indicadas para hablar de ti, y encima son tan cobardes que no son capaces de decirtelo en tu cara, solo a tus espaldas.
Y en cuanto cometes un error, te hacen sentir como si fueras el único que se equivoco en eso, que nadie en la tierra hubiera más estúpido que tú.
Lo importante de los errores es aprender de ellos y convertirlos en experiencias para no tropezar dos veces con la misma piedra. Ser capaces de sacar lo mejor de lo peor, de aun en momentos malos sacar lo positivo, de sonreír aunque en tu interior sientas que quieres llorar, de no dejar de ser TÚ por miedo a los demás.
Que yo me rio de toda esa gente que no es capaz de tener la suficiente inteligencia para escuchar a los demás y dejar intentarlo. Y que los que juzgan tanto a los demás y se burlan de su aspecto, hay que pararse a pensar sino tendrán ellos más defectos que los demás y hagan eso para intentar pasar desapercibidos.
Que el que más habla, es el que más tiene que callar.