Los padres quieren lo mejor para sus hijos como es normal, pero a veces se ciegan tanto en ese aspecto, que se están olvidando de que sus hijos tienen una vida propia y tienen el derecho de vivirla a su manera. Siempre nos intentan aconsejar, dirigir por el ''camino correcto'', de llevarnos por ''la buena vida'', e incluso decidir por ellos, pero a veces se les olvida que ellos un día también fueron jóvenes y les molestaba que sus padres decidieran por ellos, que ahora ellos hacen con sus hijos.
De jóvenes ellos también buscaban la libertad, vivir sus experiencias, enamorarse, cambiar de vida, crear una familia, es decir, ir evolucionando, nunca quedarte estancado, porque cuando eres jóven no hay cosa que más clara tengas que tener esa sensación de ''querer comerte el mundo'', e intentar aquello que te apasiona. También es cierto que ellos son más sabios que nosotros, que tienen muchísima más experiencia y por eso no intentan abrir los ojos o guiarnos, pero esto es como todo, en pequeñas dosis es bueno, pero en grandes dosis un tanto dañino para el desarrollo de los hijos. ¿Por qué?, pues fácil, si uno es tan protector hasta el nivel de decidir por su hijo, le está ayudando en el momento quizás, pero a la larga no servirá de nada, porque el día que sus padres no estén, el tendrá que buscarse la manera de seguir adelante sin ellos, pero entonces le costará mucho más.
Es mejor aprender desde pequeños, de hecho nos es más sencillo, y aprender que cuando te tropiezas o caes con algo, tienes que saber levantar tu solito, que a veces tendrás suerte de tener personas a tu lado que te ayuden y te comprendan, pero otras muchas te tocará de alguna manera arreglartelas solo, y con tal nivel de protección es imposible. A veces me gustaría que lo vieran como lo veían de jóvenes, para que así se dieran cuenta por la situación por la que estoy pasando y me entendieran un poco más. Aunque claro está que sean como sean, son mis padres y ante todo los amo, y si alguien los hiciera daño, sacaría fuerzas de donde no las tuviera para defenderlos, porque no hay nada más triste que ver a unos padres llorar.
De cualquier forma, les pido perdón si en algún momento les hice daño, les hice pasarlo mal o por no ser la hija perfecta. Pero yo no puedo ser quién ellos quieren porque entonces no estaría siendo la verdadera yo. Quizás no sea una niña prodigio, una hija perfecta, un ejemplo para nadie, tampoco llegaré a Einstein, pero me gusta como soy, y como siento, con mis virtudes y mis defectos, con mis alegrías y mis llantos, con mis principios y mis ideas, y ante todo una mujer humilde, sensible y con ganas de vivir, y vivir a su manera.